martes, 27 de enero de 2015

Un siglo después.

Estoy en el tren camino de Madrid. Voy con mi nueva tablet (regalo de reyes), más contenta que unas castañuelas, y mientras me descargo unas apps de medicina y retoco una sesión en power point que tengo pendiente de dar, me pregunto cómo sobreviviríamos hoy en día sin ayuda de la tecnología.

De pronto, me viene al recuerdo aquel grupo de médicos de principios del S.XX que aparecen en una vieja orla que hace algún tiempo encontré y que todavía guardo entusiasmada...

Universidad Cental Licenciados en MEDICINA 1907-1914
Licenciados en Medicina
Promoción 1907-1914

Todos los recién licenciados salen muy serios. Bigotes y barbas sin un pelo descuidado. Visten de traje, sin excepción. Tan sólo una única mujer entre la nueva hornada de médicos, que buscarla recuerda a "¿Dónde está Wally?". Y en la cabecera, como un catedrático más, intenta pasar desapercibido el gran Dr. Cajal.

Catedrático de la promoción 1907-1914Ninguno de ellos utilizó nunca un ordenador portátil para estudiar. Tampoco se enviaban emails para resolver dudas o pasarse información. Ni siquiera descargaron el power point de la clase que faltaron del dropbox. Y aún así, sobrevivieron.

¿Qué pensarían todos ellos si vieran cómo ha cambiado la medicina tan sólo un siglo después? Y no me refiero a los avances en el conocimiento médico, cuyo desarrollo en este último siglo ha sido sorprendente e incesante; sino sobre algunos otros aspectos más banales...


Todos sabemos que la presencia femenina en las universidades a finales del S.XIX y principios del XX era insignificante (sólo hay que remitirnos de nuevo a la foto de la orla...). Sin embargo, hoy en día la proporción de mujeres que ocupan las aulas de Medicina supera el 70% según los úlimos estudios, e incluso más si pienso en mi clase de la facultad o en mis Co-R ahora en el hospital.

El papel ha ido pasando a un segundo plano, mientras el mundo informático le va comiendo terreno. Todavía recuerdo, siendo yo pequeña, al pediatra escribir mi historia a mano, guardarla en una carpeta de cartón fino y meterla en uno de los armarios archivadores color metálico que invadían la consulta. Ya no hay ni rastro de ellos... ¡Pero si hasta la receta en papel (esa que aunque ahora es azul para todos, los abuelos siguen insistiendo en que les pongas la de pensionista) está siendo sustituída por la electrónica!

Y aquellos libros gordísimos (y  carísimos también) fuente de todo conocimiento... ahora los miramos como reliquias de anticuario y parecen obsoletos comparándolos con la insaciable información que nos aporta internet, sus apps, sus buscadores de artículos, su disponibilidad 24h y desde cualquier dispositivo electrónico.

La vida va cambiando, y nosotros con ella. ¡¡Gracias a ello siendo mujer he podido estudiar medicina!!

Quizás algún día alguien cuelgue una foto de mi recién comprada tablet y se pregunte cómo podríamos sobrevivir con esta tecnología entonces ya obsoleta... sin descartar que ese alguien pueda volver a ser yo.

domingo, 4 de enero de 2015

YA QUEDA MENOS...

Entramos en el nuevo año cargados de ilusiones, nuevos retos en mente, propósitos por cumplir... y sin embargo, para un pequeño grupo de personas todavía falta un mes para entrar en su nuevo año.

Este pequeño grupo (Y digo pequeño, porque aunque para ellos sea enorme y casi no conciban gente distinta a ellos... realmente luego se darán cuenta que efectivamente, tan sólo eran eso, un pequeñín grupo de personas) ultima los detalles para su gran día: El día del MIR.

Después de un año intenso de estudio, de clases de academia, de interminables simulacros...¡llegan las peores navidades del mundo! El "No puedo, tengo que estudiar" se repite más que cualquier villancico, y las ganas de hacer otras cosas que no sea estar frente a los cuadernillos son más fuertes que nunca (inexplicablemente, una tarde de plancha se convierte en el mejor de los planes, y envidias a tus padres cuando se disponen a hacer limpieza general).
mucho cansancio mientras estudias el mir
Cuando parece que la cosa no puede ir a peor... sacas un simulacro de los facilongos, de los que os pusieron como toma de contacto al inicio del verano y.., efectivamente, en la primera pregunta de imágenes en la que tienes un ECG (Electrocardiograma), te aparecen mil dudas. Recuerdas que en su día, tras haber estudiado el IAM (Infarto Agudo de Miocardio), la pregunta del ECG tenía una respuesta fácil; pero... ahora que ya sabes más sobre las elevaciones del ST y que no todas son IAM... ¡¡¡no sabrías cuál contestar!!!

Decides entonces mejor sólo repasar, y dejar los simulacros sólo para los sábados. Entonces. eliges un tema que llevas flojillo y te surge una duda relacionada con otro de los temas que supuestamente llevabas bien... así que no puedes dejarlo pasar; tienes que consultarlo. Y es ahí, justo en ese momento cuando los cuadernillos dejan de llevar un orden: vas abriendo varios a la vez, van surgiendo nuevas preguntas y las hojas de esquemas se empiezan a entremezclar. 

Paras. Tienes que respirar hondo y relajarte. Te acuerdas de las reglas nemotécnicas y buscas desesperadamente el post-it donde las apuntaste, confiando en que con un repaso rápido todas las ideas volverán a tí. Pero... ¿qué ha pasado? ¡¡¡¡El post-it se ha reproducido y ahora hay un archivador llenísimo de reglas nemotécnicas más pesado que el Harrison !!!!

Finalmente (¡y menos mal!) Todo llega y todo pasa. El MIR es un examen más, como cualquier simulacro de los que habéis ido haciendo. Los nervios del último mes son inevitables, pero habéis realizado una carrera de fondo (de gran fondo) no sólo el año previo, sino también durante toda la carrera, y esos conocimientos no caen en balde. Todos para especializarnos tenemos que pasarlo, y aunque os parezca la peor tortura... es tan sólo una etapa más (ni siquiera la más importante) que luego la recuerdas con humor (¡fijaos en mí, que he sido capaz hasta de escribir esta entrada!).

Mucho ánimo a todos, ya queda menos...

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