jueves, 21 de agosto de 2014

Experiencias Cercanas a la Muerte

Un día me contaba mi padre que su abuelo (que es por tanto mi bisabuelo) en su lecho de muerte, segundos antes de morir levantó sus brazos y extendió sus manos, como intentando alcanzar algo.
Me decía que todos los allí presentes (pues murió en su casa, en su cama, arropado por sus seres más queridos) interpretaron que "la virgen lo había venido a buscar".
Y a mí, como podéis imaginar, al escuchar esto se me ponen los pelos de punta... ¿Fue eso quizás una Experiencia Cercana a la Muerte?

Como ya dije en otra entrada anterior, la muerte es inevitable para cualquier persona; pero cuando se presenta de forma inesperada y somos capaces de revertirla... hay personas que regresan a la vida narrando una experiencia vivida en esos momentos: una experiencia cercana a la muerte (en inglés, near-death experiences).

fallecida llegando al cielo después de su muerte
 Interesada en este fenómeno he buscado información y he descubierto la existencia de miles de experiencias acontecidas durante esos últimos momentos de vida. Actualmente, lo que hay después de la muerte sigue siendo desconocido; los ateos dirán que no hay más allá y los que crean en alguna religión tendrán fe en ese más allá; pero todavía no hay nada que nos confirme qué es lo que ocurre después de morir. No obstante, he visto que las sensaciones y experiencias descritas por personas que han sufrido una muerte clínica posteriormente recuperada, durante ese tiempo en que se están debatiendo entre la vida y la muerte, son similares en cualquier parte del planeta, sean de la cultura y religión que sean.

Suelen hablar de un túnel, de una luz a la que siguen, de sensación de bien estar y acogimiento, de desdoblarse de su cuerpo y la percepción de flotar, incluso de reencuentro con seres queridos anteriormente fallecidos, o personas desconocidas vinculados a ellos sin saberlo en vida.

Dado que este tema es muy controvertido, habiendo opiniones y experiencias muy variadas, he intentado buscar las explicaciones que médicos y científicos a lo largo de la historia han intentado dar para que este fenómeno se produzca, y he encontrado múltiples estudios pero con resultados siempre contradictorios. Los más recientes:

El cardiólogo Holandés Pim van Lommel, tras 20 años de estudiar este tipo de fenómenos (ECM) en pacientes que habían estado en Parada Cardio-Respiratoria en su clínica, publicó un artículo(estudio prospectivo) en la revista científica The Lancet y posteriormente escribió el libro llamado Consciencia más allá de la vida (2012), donde recoge dichas experiencias de sus múltiples pacientes.

Científicos de la universidad de Michigan publicaron en 2013 un artículo donde se estudiaba la hipótesis “Si las experiencias cercanas a la muerte son un resultado de la actividad cerebral, éstas se deberían poder medir poco después de la interrupción del suministro sanguíneo del cerebro”. Para ello realizaron electroencefalogramas a 9 ratas tras inducirles un Infarto de Miocardio, identificándose aumento de la actividad cerebral tras el mismo.

El catedrático de Neurobiología de la Universidad de Amsterdam Dick Swaab sostiene en su ensayo Somos nuestro cerebro (2014)que las experiencias cercanas a la muerte son fruto de una anomalía cerebral. Además refiere que "la luz al final del túnel" puede deberse a la falta de riego sanguíneo en el globo ocular, que les hace perder la visión periférica y vislumbran tan solo una luz en el centro del ojo y que "la sensación de flotar" pueda deberse a que la zona del giro angular responsable de la sensación del equilibrio, no tenga suficiente oxígeno, ya que al estimular una zona cerebral en pacientes conscientes, estos experimentan la sensación de verse desde fuera.

Por el momento, la muerte y las experiencias cercanas a ellas siguen siendo un misterio. 

¿Llegará la ciencia a darle respuesta en algún momento? 

martes, 5 de agosto de 2014

La Magia de la Medicina

¡Ramona! la llamé con una sonrisa de oreja a oreja intentando ser amable, como si la conociera de toda la vida aunque fuese la primera vez que la veía.
Una señora de mediana edad se levantó parsimoniosamente de uno de los asientos de la sala de espera.
Buenos días, añadí. Pase a la consulta.
Con paso lento y cansado entró en el pequeño cuarto. Me miró dibujando en su rostro una mueca a modo de sonrisa.
Siéntese, por favor, Ramona, le ofrecí mientras estiraba el brazo señalando una de las sillas. Y nos sentamos las dos, cada una a un lado de la mesa, detrás de la camilla.
Yo, todavía residente, estaba nerviosa. Carraspeé y volví a sonreir, intentando disimularlo.
Volví la mirada hacia la pantalla del ordenador para que me chivase sus antecedentes. Tras unos segundos y para romper el silencio que se había creado, levanté la mirada depositándola en ella, y pregunté. ¿Qué tal está, Ramona?
Aquella mujer entonces se deshizo en lágrimas y mientras giraba la cabeza hacia un lado con la respiración entrecortada, musitó "muy mal, doctora, muy mal". 
Su llanto me desconcertó por unos segundos. No sabía cómo reaccionar. Pronto me dirigí hacia la cajetilla de pañuelos y se la acerqué. Tranquilícese y cuénteme, Ramona. 

cuadro de Picasso "La mujer que llora"
La mujer que llora. Picasso

A diario tratamos con personas que precisamente nos visitan porque sienten y padecen. A la mayoría, no las conocemos de nada... y sin embargo, en cuestión de segundos depositan toda su confianza en nosotros, los médicos, dándonos acceso directo a su vida y a su intimidad. 
Pocas profesiones te acercan tanto a una persona; pocas profesiones tienen esa magia que tiene la medicina.
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