martes, 4 de marzo de 2014

Nunca llueve a gusto de todos...

Hace poco me contaron un chiste...>>El día en que Dios se hizo Médico y abrió una consulta, gente de todo el mundo acudió a hacer cola para ser atendido. Y pasó el primero, un señor paralítico en su silla de ruedas. Dios le dijo, levántate y anda, y aquél señor salió caminando, empujando su propia silla de ruedas. Cuando la gente de la cola, expectante, le preguntó "¿Y qué tal es como Médico?", él con desdén afirmó "bah, como todos, ni te mira".<<

El médico de Familia sostiene un paraguas bajo la lluvia
Y así es, ¡¡nunca llueve a gusto de todos!! Llegas por la mañana a la consulta de la urgencia y te sientas con ilusión y con tu mejor cara puesto que quedan 24 largas horas por delante. Se van sentando frente a tí uno a uno los pacientes, cada cual con mil datos que aportar e innumerables detalles que puntualizar, intentando tomarse todo el tiempo del mundo para contarte lo que les pasa. Intentas abreviar, pero ves que no dan su brazo a torcer, han llegado donde están para explayarse. Te sientes bien por ayudarles, les estás escuchando, pero sabes que hay muchas personas fuera esperando, es un servicio de urgencias y con los datos facilitados ya barajas un diagnóstico: tienes que invitarles a salir de la consulta...
Por fin la desalojan. Te asomas para llamar al siguiente y te encuentras a cientos de personas esperando, quejándose de todo el tiempo que ha estado el anterior paciente dentro  y de lo larga que se les está haciendo la espera. Un halo de alegría y asombro te invade por momentos...¿se han dado cuenta que no podemos alargar innecesariamente el tiempo de consulta? Pero tu gozo en un pozo, el siguiente paciente cruza el umbral de la puerta y si le dejas, su motivo de consulta se remonta 80 años atrás, cuando iba camino del altar en su Primera Comunión.

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